Luisa Fernández (Chile) En Valparaíso, Luisa Fernández, enfermera retirada, empezó a recolectar tapas en 2010 para ayudar a un centro de rehabilitación canina. Al ver el impacto, expandió su red a toda la región. Descubrió que ciertas tapas —como las de vino importado— tenían alto valor en subastas de coleccionistas europeos. Comenzó a exportarlas y, en menos de una década, financió no solo el refugio, sino también una clínica veterinaria gratuita. Luisa nunca se quedó con el dinero; sin embargo, los donantes le dieron una casa y una pensión vitalicia en agradecimiento. Hoy, aunque ya no sale a recolectar, dirige una fundación que emplea a adultos mayores en tareas de clasificación. Su historia es un ejemplo de cómo la generosidad, combinada con astucia comercial, puede generar riqueza indirecta y duradera. Para ella, cada tapa fue una pata que caminó hacia un mundo mejor.
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