Estirar el cuerpo o hacer movimientos suaves Estirar el cuerpo al despertar es una respuesta casi automática a la rigidez muscular tras horas de inmovilidad. Este hábito, presente en todas las edades y culturas, activa la circulación sanguínea, libera endorfinas y prepara las articulaciones para el movimiento diario. Muchos lo hacen instintivamente: brazos arriba, espalda arqueada, bostezos profundos acompañados de elongación. En tradiciones como el yoga (con posturas como Balasana o Tadasana) o el qigong chino, estos estiramientos se convierten en rituales conscientes que conectan respiración y movimiento. Incluso quienes no practican disciplinas orientales reconocen que unos segundos de estiramiento reducen la somnolencia y mejoran el estado de ánimo. Algunos lo combinan con respiraciones profundas para oxigenar el cerebro. Este gesto simple, gratuito y silencioso es una forma de honrar al cuerpo antes de exigirle rendimiento. Más allá de lo físico, simboliza una transición suave entre el mundo onírico y la realidad, marcando el inicio activo del día con conciencia corporal.
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